THE POGUES : TALENTO Y DESPARRAME .-


  

  

 Existía una euforia generalizada, debía de ser porque era viernes, el fin de semana estaba ahí y las cosas salieron bien. La extra de julio alegraba corazones, repartía sonrisas y animaba el bolsillo, siempre escaso aunque la cabeza estuviese llena de porvenir. También ayudaba la canícula del verano, caía a todo esplendor sobre la meseta castellana y aunque en la capital del reino : estudiantes y pudientes desaparecieron con la energía a cuestas de una merecidas, o no, vacaciones, el caso es que la urbe se iba despoblando y quedábamos los del “ Foro” o más simple, los pringados que teníamos que ir a trabajar de lunes a viernes y sábados alternos. ¡ Claro, quedaba agosto !, pero todavía lejos.
 Salir una tarde de viernes con algunos compañeros de trabajo. Tomar algo y picar mientras tanto para no tener el estómago vacío en alguna de las terrazas de la calle Princesa, en Madrid, y al llegar la noche, ya sólo dos, un amigo y yo encaminamos nuestros cuerpos hasta los bajos de Aurrerá, en pleno Argüelles, donde la cantidad de garitos con sus diversas músicas afloraban con su ruido muy por encima de lo permitido. Pero es que allí lo estaba, cada establecimiento tenía una parroquia para cada feligrés. Fuimos al de casi siempre, y apenas puesta la 1ª copa mientras ojeábamos el ambiente a ver qué había, el disc-jokey de turno nos colocó enterito el Rum, Sodomy & The Lash de The Pogues. Ni que decir que la gente empezó 1º a bailar y segundos más tarde a girar sobre sí misma como una peonza con las jarras de cerveza, ( entonces eran de cristal ) por encima de sus cabezas sin importarles derramar algo al suelo o sobre cualquier otro individuo que por allí estuviese. Ni mi amigo ni yo bailamos, quizás porque sujetábamos con fuerza nuestro vaso lleno de ron, aquello valía una fortuna para nuestras escasas posibilidades, pero no dejamos de sonreír y de agitar los talones.
 ¿ Quiénes sonaban ? The Pogues. La respuesta del disc-jokey. Apuntado. Pero es que nos señaló la puerta. Me acerqué vaso en mano y en la jamba de la puerta de entrada un cartel los anunciaba dos noches seguidas en las sala Jácara de Madrid, 14 y 15 de julio. Estamos en 1988, vamos, para el fin de semana siguiente, todavía hay tiempo de ir. Y vaya que si vamos. Por 1800 ptas se les puede ver y más que eso, gozar de un enorme concierto en la tórrida noche mesetaria.
 A veces descubres grupos, artistas, etc.; de la manera más inverosímil. Tal vez si no hubiésemos acudido aquella noche de viernes al garito a tomarnos unas copas, o más simple, que el dj de turno no cogiese algún disco suyo,  no nos hubiéramos enterado de la banda. O tal vez muchos meses más tarde, o nunca, quien sabe. Las casualidades, las posibilidades de vivir son infinitas. Pero desde aquella noche se nos clavó un aguijón en el estrecho corazón de rockero de por vida. Irlandeses, hermanos de sangre, luchadores, con raíces, una cosa es escucharlos en discos y otra llegar a tener la oportunidad de haberlos escuchado en directo. La bomba. Energía, vitalidad, alegría, buen rato, de los que da ganas de seguir existiendo durante una temporadita más por aquí, para ver qué ocurre mientras tanto.



Transmetropolitan


 Soy irlandés, así que puedo vivir con un error el resto de mi vida.-
  No hay que quedarse  con el molde, también habrá que hincarle el diente al pastel, sino no sabremos a qué sabe. Se corre el peligro con The Pogues de ver la superficie : alegría, marcha, borrachera continúa de sonido, de parranda, pero tras eso se esconden textos brillantes, posicionamiento político, no conviene obviar que la banda es irlandesa con los restos del naufragio a cuestas de las cargas callejeras del ejército británico en las  ciudades de la pequeña isla; que el IRA no es una broma, a veces hacen saltar una bomba, y que sus maneras turbulentas, su apego a la música tradicional irlandesa y una cierta desmedida de excesos, sobre todo de su personaje central, Shane MacGowan; pueden equivocarnos y no ver esa grandeza y desmañada calidad de sus discos.
 Que difícil son de superar The Pogues. En todos los sentidos. Estrictamente en lo musical son espléndidos, en directos una apisonadora. Comprometidos, divertidos, borrachufos, estentóreos, son un icono más allá de la filosofía de vida que se llevaban a cabo. Cuadrilla rebelde, arremetieron contra el mundo como un toro encajonado con el empecinamiento espíritu de quien tiene una misión que cumplir y la sanguinaria ferocidad del que disfruta enormemente llevándola a cabo.
 Creados desde la nada, hechos a sí mismos mostraron una inédita capacidad para pasar de la bronca tabernaria a la emoción más profundamente pura y dejaron para el resto de los humildes mortales 7 discos, 7, todos buenos, pero alcanzando el culmen orgiástico en 2 de ellos, a mi juicio de 5 estrellas : Rum, Sodomy & The Last – 1985 y If Should Fall From Grace Whith God – 1988. ¡ Vaya talento y desparrame ! Cualquiera de ellos vale para momentos de depresión y levantarte el ánimo; lunes jodidos, domingos resacosos y no digamos en noches aunque frías, se puedan convertir en un horno de alegría y sonrisas. Banda honesta y versátil, nada de ir a piñón fijo, sus muchos matices y aristas les convierten en un puñado de enormes músicos anclados en la tradición musical irlandesa, con fuertes raíces, pero que saben llevar su energía por caudales infinitos.
 Receptáculos de la tradición y dispensadores del caos nihilista, folkies irlandeses y punkies londinenses, trovadores de la pureza más esencial, a mitad de camino entre héroes y villanos, esta cuadrilla se mueve durante unos cuantos años con sus discos a cuestas y unas giras demoledoras como un tiovivo en una feria y desde luego, inmunes al psicoanálisis.



Boys From The County Hell


   El Punk.-
 No es que estuviese en auge dicho movimiento cuando The Pogues comenzaron su andadura musical allá por mediados de los 80, pero sí que todos sus componentes bebieron de los escorzos que todavía sacudía dicha movimiento, sobre todo en la actitud para enfrentarse a los vientos de sobrevivir en las calles londinenses, al gobierno conservador de Margaret Thatchert, a la sociedad británica en general. Si a eso añadimos las dosis suficientes de sangre irlandesa, tenemos un cóctel cojonudo.
 A fin de cuentas fue en el punk en el que habían fermentado, el que les capacitó para no caer en la congelada mimesis de formas y el tufillo arqueológico que siempre lleva la etiqueta del folk. Todo la música de The Pogues gira hacia una mirada a la tradición y al futuro  demostrando que el punk no deja de ser otra manera de llamar a la pulsión preexistente en cualquier civilización. Bonita dicotomía : lo establecido como base musical y la indagación honesta, no dejaría de ser el precio que este grupo pagaría en los vericuetos de su existencia.
  The Pogues son un puñado de personajes de mentes hambrientas, inexpertas que deciden recorrer juntos el camino que llevaría la depuración del estilo, la concisión del mensaje, la madurez y la concesión final de algunas obras maestras. Trabajos sexuados, desequilibrados, violentas canciones, a veces juerga, mucha juerga, buen vivir y buen beber. En seguida te sacan una sonrisa, los pies se te ponen calientes, y aún paralitico eres capaz de sacudir tu silla de ruedas a un lado y a otro; no digamos si encima estás sano. Es que brincas, The Pogues consiguen esencialmente, llegar al alma humana.

  El cielo gris .-
 Bajo la atenta y vidriosa mirada de  Shane MacGowan en el violento y desbocado Londres de la explosión punk, con su risa de comadreja y una vida miserable, nada nuevo a juzgar por los orígenes de todos ellos que cambiaban las misas llenas de negros cantando góspel a todo trapo, por unas iglesias en la más profunda Irlanda, donde eras católico o protestante, no hay más vías ni alternativas. Bien, consumidores de alcohol y drogas, sobre todo MacGowan, en el cielo gris londinense donde cualquiera de origen irlandés era visto cuando menos con recelo, sino con auténtica antipatía, nada mejor que empezar a tocar y ganarse la vida como otros muchos de cientos de grupos que por allí pululaban buscándose la vida.
 Entre cervezas y otras sustancias, en cualquier viejo pub se escuchaba muy buena música, se hallaban futuros colegas cuando debió de surgir la idea de juntar lo tradicional con los viejos sonidos del rock and roll, no tenía por qué ser tan primigenio, podían valer los sonidos de los Stones y las combinaciones con jam-sesiones a la usanza de Dublín. A fin de cuentas en The Pogues aparecieron siempre desde el principio acordeones, flautas, banjos, baterías y el único elemento eléctrico propiamente dicho, el bajo. Nada mejor para una fiesta.
 Los grupos de los que fue formando y desapareciendo bajo la batuta de MacGowan eran diversos. Desde The Nips, The New Republicans, The Pogue Mahone. Poco a poco y tocando en cuando garito y tugurio se pudiese se fue gestando lo que acabaría siendo más una familia que un grupo durante un buen puñado de años. La banda comienza una salvaje serie de conciertos que les granjea la fama bien ganada de un excelente directo. Es turbulenta,  dinámica, violenta incluso, pero si carece todavía de una cierta calidad técnica, la suplen con mucho en el entusiasmo que acometen cada tema, dan la sensación que puedes estar ante el mejor concierto al que hayas asistido o el desparrame es tal que no sabes si te están tomando el pelo.
 La amalgama de marcadas personalidades de distinto origen y culturas coinciden en su amor por la música, y la reunión de un elenco de buenos profesionales que no exentos de técnica pulida a través de los muchos meses de tocar en los distintos escenarios a los que eran contratados, dio para un primer disco a finales de 1984 ya con el nombre de The Pogues, donde no pueden evitar su origen proletario y muchas horas de taberna desparramados en los surcos de su disco. A medio camino entre el sonido de The Dubliners, The Clash o el aborregamiento y suciedad de los Sex Pistols. Sacaron brillo a sus composiciones, a sus muchas canciones, a sus orígenes.

 RED ROSES FOR ME.- Octubre de 1984 .- 
 Contiene 13 temas, de los cuales 7 llevan la firma en solitario de Shane MacGowan, los restantes son arreglos adaptados a la música de la banda a excepción de The Auld Triangle ( B. Behan ).  Con Jimmy Fearnley a la acordeón, con Cait O´Riodan que por allí andaba; la flauta y la bandeja cervecera corría a cargo de Spider Stacy; el banjo lo portaba Jem Finer y en ocasiones el bajo. MacGowan era la voz cantante y a veces las guitarras acústicas.
 Disco entroncado en su época, momentos de locura, álbum furioso y fiestero con un buen puñado de temas para bailar y beber, en definitiva, vivir la vida en su máxima expresión. Su desinhibida y vandálica entrada con Transmetropolitan con esos aires de country, algún instrumental como  The Auld Triangle y esa voz de MacGowan de perro apaleado con varias composiciones propias ya destellan un extraño fulgor. La rabia pandillera de Boys From The Country Hell, el vagabundeo arruinado y pensativo de Dark Streets Of London o la borrachera de Streams Of Wiskie, confirman la espina dorsal de sórdido realismo suburbial que pone la cosa muy por encima de la simple gamberrada y esconde mucho más en sus letras y en su música.

Voy allá hacia donde el viento sople / Voy allá donde corran los arroyos de wiskie

 Es un disco buenísimo, no han aprendido a moderarse nada. No es que parezcan, es que son una banda a todo galope levantando una polvareda enorme a su paso por la calle central del pueblo, ni pistolas les hacen falta a semejante grupo. Basta ver la cara desdentada y sus gestos atribulados de MacGowan, la estética punk de Cait  O´Riodan ( acabaría siendo la 1ª esposa de Elvis Costello, además de productor del grupo éste último más adelante ). La parsimonia la coloca un centrado Jem Finer, además de encargarse de las finanzas, es el arreglista de las canciones.
 The Pogues posee la enorme virtud de engrandecer a los temas que graban. Viejas canciones suenan como nuevas y dotar a éstas como antiguas. Los tours que ahora les lleva a tocar por diversos lugares abriendo para el new-wae Elvis Costello, les amplía la parroquia de seguidores que en muchas ocasiones se quedan boquiabiertos con tan sólo un disco en el mercado.
 La falta de conocimientos en este primer trabajo la suplen con mucho con voluntad y empuje. Se me hace muy difícil destacar un tema sobre otros. Todos son buenos. Desde el comienzo con Transmetropolitan, con esa alegría contagiosa que no te deja estarte sentado ni por supuesto quieto. No desentonan con el instrumental The Battle Of Brisbane con esos aires de marcha militar; ni el único tema ajeno no compuesto ni adaptado por el grupo, la balada The Auld Triangle, quizás el único momento de sosiego en todo el álbum.
 Todo sigue más a menos igual, con calidad y gracia : Waxie´s Dargle, Boys From The Country Hell, Sea Shanty… y así hasta el final con Kitty.

RUM SODOMY & THE LASH.- Agosto de 1985.- 
 Las raíces celtas en su propuesta folk-punk no impidieron que The Pogues tuvieran bastante repercusión a nivel internacional, hasta el punto de haber creado escuela, no fue hasta 1984 que el grupo dio su primera actuación en el extranjero. Sucedió en Múnich y, aunque este no sería más que un dato a sumar a su biografía, tiene además una relevancia decisiva para su segundo álbum “Rum, Sodomy & The Lash”. Allí, tras el concierto, el grupo se había reunido para celebrar aquel debut internacional y fue entonces cuando se empezó a gestar la idea de lo que sería la portada de ese disco y parte de la imagen de la banda para los siguientes meses. La pintura representa una escena del naufragio de la fragata de la marina francesa Medusa, que tuvo lugar en el verano de 1816, cuando varios barcos franceses transportaban 362 pasajeros entre tropas, colonos, funcionarios y científicos al puerto de Saint-Louis, en la costa de Senegal, para colonizar aquel país que Francia había recuperado con el fin de las Guerras Napoleónicas. Esta terrible noticia inspiró al pintor Thédore Gerícault (Rouen 1791- París 1824) la obra más relevante de la pintura francesa del siglo XIX, “Le radeau de la Méduse” (La balsa de la Medusa), de 1819. El mánager de The Pogues pensó que sería una buena idea superponer las caras de los componentes de la aventurera tripulación irlandesa sobre los protagonistas de esta pintura que habla de locura, escorbuto y muerte. Así se lo hicieron saber al responsable del sello Stiff, Dave Robinson, a quien le gustó tanto que le encargó inmediatamente el trabajo a su director artístico, Simon Ryan, quien se había encargado hasta entonces de toda la parte artística de The Pogues.
  Se abre con la maravillosa The Sick Bed Of Cuchulainn, una delicia para empezar el día, un paroxismo absoluto de cómo debe de iniciarse un disco, así las cosas claras desde el comienzo.  The Old Main Drag  es un vals a medio tiempo, lo que comenté, la variedad de paletas que introducen en este disco es inmensa. Se narra la vida malgastada de un chapero en esas calles del Londres más lumpen; la acordeón de James Fearnley y la voz de MacGowan sobresalen sobre un lecho de fantasmales gaitas. En Wild Cats Of Kilkenny seguimos a la flauta como encantados por las calles nebulosas en un entusiasmado instrumental.  Cait O´Riodan toma la voz en la calmosa I,m  A Man You Don´t Meet Every Dav; la palabra de MacGowan aparece en la turbadora A Pair Of Brown Eyes donde alarga la mano hasta tocar la fibra misma de la  que un hombre está hecho.
 Pese a estos 2 últimos momentos de relativa calma, la magia cervecera y la apoteosis aparecen de nuevo en la bailable y autobiográfica Sally MacLennane , canción muy en la línea costumbrista arropado por una flauta permanente. Las influencias de Ennio Morricone se nos presentan en el 2º instrumental,  A Pistol For Paddy García, un western en toda regla con duelo al sol de por medio. Abandonados a las más que neblinosas zonas londinenses y los verdes prados irlandeses nos someten a un desierto polvoriento. La dulce y delicada Dirty Old Town , la contundente marcha de Jesse James danzando al son de la flauta como malandrines seguimos a las mandolinas, la bandeja cervecera y las guitarras acústicas hasta caer rendidos. El banjo se apodera de un tema ajeno, Navigator, donde se narra la epopeya de los obreros que construyeron el sistema ferroviario inglés. En la línea de juerga sobresale Billy´s Bones y The Gentleman Soldier . Para cerrar esta maravilla de disco The Band Played Waltzing Matilda, con un banjo presidiendo el asunto, nos narra en 1ª persona la escalofriante vuelta a casa de un soldado australiano tras la masacre de Galipolli, en un medio tempo duro. Es el 2º tema que no es suyo.
 Es un trabajo profundo, oscuro pese a sus momentos álgidos de juerga. Pero es que The Pogues es un grupo de muy buenas canciones y excelentes textos, aunque apeste a tugurio, está lleno de pesimismo, a brutalidad policial en algunos de sus temas, a una mala noche… No existe teatralidad en su documento, lo han vivido de 1ª mano a veces en su jeta, no buscan en el patio trasero de su casa, su realismo sucio es auténtico, más cerca del cine de Sam Peckinpah. Aunque tengas razón no quiere decir que todo vaya a ir bien. De hecho tienes más posibilidades de perder la cabeza del lado de los “buenos” que si estás a la otra orilla. Más o menos este es el mensaje de Rum Sodomy & The Lash, pero es tan… tan bueno que merece la pena arriesgarse con un trabajo como éste de The Pogues.


The Sick Bed Of Cuchulainn

Los canales y los puentes, los embarcaderos y las zanjas,
Los volaron y cavaron con su sudor y sus agallas.
Nunca bebieron agua, sino wisky a pintas,
Y en los pueblos de chabolas sonaron sus canciones y sus peleas.



Il I Should Fall From Grace With God.-


  El octeto .-
 Vaya por delante que hasta que nos los vi en directo en el verano de 1988 no tuve ningún disco suyo. Remedio que puse a continuación en cuanto salí de la sala Jácara inundado de sudor y no sólo por la temperatura ambiente del interior del concierto, sino en parte por la calentura de la noche mesetaria. Con todo y con eso, inundado de una levitación interior interesante, costó dormir tras el desparrame de energía y buenas vibraciones que había presenciado en el escenario, de ahí que en unos días tuviese  que hacerme con los discos editados.
 Ya en formación de octeto, desaparecida de la parafernalia de The Pogues Cait O´Riodan, coge las 4 cuerdas un más que correcto Darryl Hunt, la dama se nos casó con Costello y el grupo mantiene el excelso de buenas creaciones.
 Sus largas giras de 3 años que van desde el 2º Lp hasta este 3º, pasando por un EP editado entre medias, Poguetry In Motion, una especie de eslabón entre ambos donde existen temas destacables, tales como London Girl o Rainy Night In Soho, que tocaron en directo la noche que les vi, creando un clímax espectacular.
 Todos estos años giraron, llegando a sus espectaculares tours por América, algo que parece le sentaba mal a MacGowan, tanto ajetreo dejaba a su cuerpo extasiado y su bebercio era considerable, pero al menos en el tiempo que tuve la suerte de verles en directo, su progresión como banda era excelente y su estado de forma muy bueno. Lo que se cocía entre bastidores me importaba un pimiento. Siempre he sostenido que creo en el arte de lo que escucho, poco o nada me interesa del resto de la vida, existencia pagana de los artistas, bastante tengo con reunir el dinero suficiente para la entrada ( a veces quitándome de cosas tan básicas como el comer y tener algún bocadillo para el sostenimiento vital de mi pulso ), y a acercarme a la tienda correspondiente para tener el disco en cuestión. Lo demás ya digo, nada me interesa, además pasados los años, llega a aburrirme.
 La llegada en el anterior trabajo del guitarrista  Philip Chevron al grupo, le otorgó un enriquecimiento en su sonido , añadido a lo que ya existía de guitarras acústicas, acordeón, mandolinas, banjos, flautas y convertir su 3º trabajo en una maravilla.


Fairytale Of New York


  IL I SHOULD FALL FROM GRACE WHIT GOG .- Enero de 1988 .- 

 Se eleva hasta el infinito el potencial comercial de la pandilla y donde antes existía oscuridad, niebla y callejones traicioneros, ahora se ilumina el callejón. No sé si la producción de Steve Lillywhite tendría algo que ver, pero el caso es que les sale un disco más que redondo, cojonudo, una vez más, y van 3.
 Todas las canciones mantienen el excelso nivel de sus predecesores abriéndose a sonoridades más nuevas, desde sonidos arabescos en Turskish Song Of The Damned o el instrumental Metropolis o el desparrame de Fiesta, con vídeo incluido en la promoción, parido en Almería, en el desierto de Tabernas.

Enterradme en el mar/ donde el fantasma de los asesinados no pueda atormentarme/
Si me mezo con las olas / Ningún cadáver podrá yacer sobre mí

 Con estos versos da inicio la canción que además da título al mismo al Lp en cuestión. A fin de cuentas es un cuento aterrador de caída en desgracia  y muerte por ahogamiento que contribuye a esa sensación de  pérdida y nostalgia que impregna todo el álbum. La maravillosa Bottle Of Smoke . También hay momentos para la reflexión, esos Pogues reivindicativos y nostálgicos , la apabullante épica y sensibilidad de los muchos padecimientos de las oleadas de emigrantes irlandeses hacia América en la época de la hambruna de la patata ( 1846), Thousands Are Sailing, les eleva como excelentes narradores.
 El encumbramiento a nivel masivo llega con Fairtale Of New York, una crispada y hermosa disputa navideña que Shane y Christy McColl escenifican en esta canción. El desparrame de Sout Australia se queda empequeñecido con Fiesta, un precioso vídeo del grupo muestra el inicio con una saxo en La Pedrera de Barcelona, para dar paso a un pasado MacGowan desde un balcón con camisa “hawaiana” a todo trapo. Temas fiesteros en Medley para dar paso a su vertiente política en Street Of Sorrow/Birmingham Six , donde algunos muchachos fueron arrestados supuestamente por su pertenencia al IRA; los 6 de Birmingham y los 4 de Guildford, el tiempo les daría la razón, pero se chuparon 16 años en la cárcel. Algunos años después, Jim Sheridan, daría en la pantalla la preciosa En El Nombre Del Padre – 1993, que detalla lo que aquí The Pogues colocan en versos y música.
 Temas como la infancia, la patria y la identidad los sacamos a colación en Lullaby Of London, la instrumental The Battle Mach Meddey con sus cambios de ritmo. Los miedos y temores de los cuentos escuchados en la infancia en la Irlanda natal en la enérgica Sit Down By The Fire.  De nuevo la nostalgia de los que se tuvieron que ir lejos para encontrar una vida mejor y se confortan mutuamente, The Broad Majestic Shannon. Cierran con Worms, una broma de su humor tan peculiar; las 3 últimas son maravillas evocadoras de pura y simple belleza de un Lp magistral, luminoso y en muchos momentos melancólico.
 Despacho el disco, hay que añadir que en 1987 rodaron en desierto de Tabernas, Almería, la película Straght To Hell, donde grabarían 4 temas para la b.s. y salió lo que más tarde sería Fiesta, incluido en su anterior disco.
 Durante su posterior gira por USA se les unió Joe Strumber (The Clash). Su éxito a nivel mundial de  Il I Should Fall From Grace With God, hizo renacer un cierto movimiento en la corriente de música gaélica y con intensidad que ellos también sabían pregonar. The Pogues rastrearon  los sentimientos añejos embebidos temporalmente de dosis de romanticismo y evocaciones históricas. Su conjunción de aires populares, voluntad épica y reflexiones de carácter social con una cierta grosería altisonante, sus fuertes directos les  ayudaron a encumbrarse definitivamente a finales de los 80. Pero claro, es que había 3 trabajos + un Ep que de deja tirado de medio lado.




Thosands Are Saling


 Héroes y villanos.-
 Con referencias en algunos de sus temas al IRA , Birmingham Six, y un posible apoyo de The Pogues, siempre con la duda y en la ambigüedad. Quedaba a la interpretación de cada cual, el grupo en general se había desmarcado  de actitudes violentas y el único claramente republicano y escorado a la izquierda era Shane MacGowan, apuntar que parte del combo eran ingleses…

Ojalá las putas del imperio permanezcan despiertas en sus camas
Y suden mientras cuentan mentalmente sus pecados
Mientras allá en Irlanda otros ocho hombres yacen muertos
Pateados y asesinados de un tiro en la nuca.


Gartloney Rats


 En el último disco parte de las canciones, aunque en su mayoría llevan la firma de Shane MacGowan, su tutela en The Pogues es en cierta manera discutida. Todo esto no hace nada más que engrandecer tal magno trabajo, pero las posteriores giras, agotadoras por otra parte, aumentan la tensión, pues la mayoría de los componentes no desean otra cosa que esos tours donde generan la mayoría de sus ganancias; no sucede lo mismo con MacGowan, autor de la mayoría de las canciones, con los cual sus royalties están asegurados.
 Tardarían año y medio en firmar su siguiente trabajo, Peace And Love – 1989 , entre medias nueva visita en mayo de 1989 por España y el deterioro progresivo por el abuso del alcohol y las drogas de su líder MacGowan, que poco a poco fue convirtiéndose en un paddy. Tal vez los tours le agotaron, nunca soportó estar varios meses de gira constante pero contaba con la indiferencia absoluta de la mayoría de sus compañeros. También ayudó que creativamente fue a menos y perdiendo el peso que tenía al comienzo en el grupo, sea como fuere, el caso es que tuvo que pasar por momentos de internamiento en Dublín, el caso es que con la salida del nuevo trabajo, empieza a estar más fuera que dentro del grupo.
 Si lo que esperábamos era una continuación de If I Should Fall From Grace Whith God, nos hallamos ante un álbum diferente, de menor calidad y disperso, pero a fin de cuentas una obra más de The Pogues. Para mí, de todas las que llevaban editadas, no está a la altura de las anteriores, es menor, pero no exenta de calidad.



Cotton Fields



 PEACE AND LOVE .- Julio de 1989 .- 
 Hay trallazos sonoros ; Boat Train, Gartloney Rats, White City canción incluida en la banda sonora de El Clan de los Irlandeses ; Cotton Fiels o USA se podrían considerar en el primer nivel. Jem Finer ( banjos, mandolinas …) firma varios temas : Misty Morning, Albert Brige; Tombstone o Night Train To Lorca.   Terry Woods ( concertina, dulcimer …) crea el inicio con toques jazzísticos, Gridlock y aporta también Young Ned Of The Hill…
 Pese a que el nivel es bueno, esa dispersión de “estilos” les aleja un  poco a mi entender, de lo que venían ofreciendo hasta ahora, ¿ evolución o estancamiento ?, aun así no se quedan cortos en composiciones tampoco, entregan 14 canciones a veces muy diferentes entre sí. Afirmar que cualquier disco de The Pogues, algo menor como éste, es infinitamente superior a cualquiera de la mayoría de bandas que publican sus discos en las mismas fechas y décadas posteriores. Su sentido el humor queda de manifiesto en el título, no deja de ser una ironía de cómo anda el mundo y el seno en el interior del grupo.


Boat Train



 Visiones de gloria.-
 Durante una gran parte en estos años, The Pogues grabaron un buen número de vídeos musicales, en gran medida para apoyar singles diversos, pero que nos dan una visión bastante acertada de lo que el grupo es en estos instantes.
 Víctimas y producto de su época, aunque tengo la impresión de que ellos son atemporales, viven y percuten sobre sí mismo más allá de lo que dejen grabado para la posterioridad, poco o nada les importa o me transmiten al menos esa impresión. Quiero el mundo y lo quiero ahora, más o menos con la frase de Jim Morrison, transitan por este Planeta.
 Live At The Town And Country – 1988 recoge actuaciones en dicho lugar londinense y los pone en el punto de mira de lo que la banda es capaz de aportar en esos momentos. Hasta Neil Jordan  se acerca a ellos y les rueda en Miss Otis Regrets, o los encontramos envueltos en colores chillones para la gema soul que  es Yeah, Yeah, Yeahn, Yeah, o Jack´s Heroes. Seguían estando después de la grabación de Peace And Love, a un nivel que muchos difícilmente alcanzarían, y pese a un cierto desmembramiento todavía acarrearían un buen disco con Shane MacGowan en el grupo, Hell´s Ditch, que es un hermoso y potente Lp, eso sí, con un corte pop que no se apreciaba en ninguno de sus anteriores trabajos. La épica ha desaparecido del ambiente y ya no están interesados en la construcción de pequeñas historias irlandesas; MacGowan se ha alejado del palo tradicional y está en la labor de entregar energéticos trallazos melódicos.



The Wake Of The Medusa


  HELL´S DITCH .- Septiembre 1990 .-
 Es un disco hermoso y potente. Si más de la mitad de los grupos de su generación fuesen capaces de editar un trabajo como este, aunque sólo fuese la mitad, los 90 no hubiesen muerto para el rock ni cualquiera de los palos que uno quiera escoger del amplio ramal.
 Es más pop, alejado en cierta medida de la tradición, pero trallazos como The Sunnyside Of The Street nos reconcilian con The Pogues. Pero no decae, buenos temas, quizás más edulcorados en la voz borracha de MacGowan, que canta como quien no quiere la cosa, parece que el pitillo lo tiene en la boca mientras cabalga a lomos de un caballo en Sayonara y en la mano una buena botella del mejor wiskie escocés entre calada y calada. Darry Hunt nos introduce con sus notas de bajo en The Gost Of A Smile.
 Producido por Joe Strummer que intenta no perder demasiado la esencia de la banda pero metiendo más comercialidad, más pop, y alejando a estos desarrapados de la raíz primigenia de su música. Textos, matices, joyas como la que da título al disco: Hell´s Ditch, donde lo numerosos instrumentos de cuerda son claramente protagonistas, mandolinas, cittern... Nos encontramos en callejones oscuros o en arenas de color oro, Lorca´s Novena, cuya letra está dedicada a la malograda figura de García Lorca, nuestro poeta universal vilmente asesinado. Una vez The Pogues con sus malogradas canciones recordándonos lo que no queremos. Disco ecléctico , reflexivo, donde el piano de James Fearnley se lleva el protagonismo en la balada Summer In Sian envueltos en las sombras tenebrosas del saxo y un arpa que nos mecen en la hamaca mientras el viento trae recuerdos, briznas de un pasado…
 Pero no todo son esencias pretéritas. El sonido bullicioso aparece en Rain Street, Rainbow Man, The Wake Of The Medusa, House Of The Gods. Las muy trabajadas con acordeones, mandolina y guitarra eléctrica de 5 Green Queens & Jean, la preciosa adaptación de Maidrin Rua y para cerrar la onírica Six To Go.
 En total 13 temas diversos para el último disco que grabó Shane MacGowan al frente de The Pogues. Buen testamento, pero aquí no acabó la banda…





Haunting


 Era, por supuesto, una niñez miserable : la niñez feliz difícilmente vale la pena.-
  Los diversos problemas que aquejaban a la banda a comienzos de los 90 se vieron reflejados sobre todo en las giras, y para qué engañarnos, tras Hell´s Ditch , poco o nada debía de tener todavía en la cabeza para que el malogrado Shane MacGowan pudiera transcribir en sus versos y llevarlos a sus desdentados dientes y traducirlos a canciones. El nexo de unión que habían tenido sus discos anteriores, trabajos hilvanados en las telas de la niñez, un descenso a pulmón en una existencia tal salvaje, egocéntrica, pero también en muchos aspectos hermosa, libre, ese autor de numerosas tonadas ancladas en las raíces irlandesas que trastocó cuando el punk le estalló en la cara en el Londres más poderoso de finales de los 70; bien, pues MacGowan se veía superado y echado de la banda que él creó. Tal vez se liberó, no es sólo el loco alcohólico y drogadicto que daba con sus huesos por el suelo, el resto de The Pogues también sacudía coces, pero lo de Shane era superior. Su abandono del grupo estaba más que cantado.
 Pero de ahora en adelante la duda que teníamos el resto era, ¿ habrá grupo sin el líder natural, fundador y cohesionador del sonido de la banda ? Pues sí, pero ya sin el tono que caracterizaba a The Pogues, serán otros los que sintonicen nuevas creaciones, atraigan nuevas tendencias a sus dos trabajos posteriores hasta la disolución definitiva de combo anglo-irlandés.
 Joe Strumber no sólo fue el productor de Hell´s Ditch sino que se convirtió en miembro de la banda durante su gira por USA. Su aportación fue muy importante durante la creación y grabación de dicho disco, él les ayudó y fue el frontman durante unos meses, consiguió unirlos de nuevo y convertirlos en algo parecido a lo  que habían sido desde sus comienzos: un grupo de amigos que tocan muy bien y consiguen ganarse la vida estupendamente con esto que se llama rock, con sus muchos matices y vertientes. Algo que habían sido y luego dejaron de ser.
 Eso sí, en esta nueva etapa de The Pogues post Shane MacGowan, dejaron de ser un grupo de paletos alcoholizados y reducidos a la mínima expresión del intelecto, su vertiente británica equilibraba mucho la balanza y desde luego los textos del paddy MacGowan no eran moco de pavo; en ocasiones su círculo del infierno se traducía en una ambigüedad con respecto al IRA y una cierta sorna con las histéricas católicas que también quedaron retratadas en alguna película de su paisano John Houston. Eran, para algunos de los componentes del grupo, parte de su infancia, adolescencia que se quedó atribulada en Londres donde la desdicha se apodera definitivamente del cuadro en una secuencia de andanzas dickensianas , aventuras juveniles, desencuentros, palizas, desarraigo social, cultural.
 Todo ese descenso a los infiernos se pierde en The Pogues con la marcha de Shane MacGowan, escupitajos de la realidad que daban vida a unas canciones que cabalgaban sobre las obsesiones que a todos nos conciernen pero que no todos somos capaces de describir con igual valentía suicida o de vivir con semejante desprecio a la muerte.

He estado en un palacio/ He estado en la cárcel
Sencillamente no quiero reencarnarme en un caracol
Tan sólo pasar la eternidad/ exactamente donde estoy
En el lado soleado de la calle

 Ninguna de las dos partes ganó demasiado con el cambio por inevitable que fuera. Durante un tiempo, The Pogues descabezados se mantuvieron a flote con Joe Strummer ejerciendo sus labores al frente del grupo y aportando su contrastado buen oficio, su sobriedad y su compromiso, pero sólo duró algún tiempo. Más tarde Spider Stacy se ocupó de llevar las riendas de la banda, y los discos que salieron a continuación están un poco a contra corriente; no hacen justicia a la leyenda aunque mantienen un buen nivel.


Pachinko


  Más de 3 años después, algunos disgustos, palos, desavenencias, juntamiento, giras, etc; para sacar un nuevo álbum que sigue siendo de The Pogues y no sólo por el nombre del grupo, pero con una sonoridad algo diferente. Ya no tiene la línea argumental, cohesionada de los anteriores, ahora son canciones, algunas muy buenas, otras no tanto y medianías, para qué engañarnos, pero es que el disco contiene 15 temas nuevos tras la marcha de MacGowan, y las labores de creación están muy repartidas, como si cada uno de los autores de dichos temas quisiera dejar su sello en cada creación propia. Waiting For Herb es el sexto álbum del grupo publicado en 1993, el primero tras la marcha del grupo de Shane MacGowan. Stacy pasa a ser el nuevo vocalista de la banda, el resto de la formación se mantiene.

 WAITING FOR HERB .- Septiembre de 1993.- 
 Sexto álbum del grupo y el más democrático en cuanto a composiciones, eso hace que la diversidad de canciones no mantengan un hilo conductor como hasta ahora. Eso en sí ni es bueno ni es malo en sí, pues acaban encajando varios temas dignos de destacar, tales como el que abre el disco Tuesday Morring o la continuación con la alegre Smell Of Petroleum.
 Pero es cuando aparece el banjo de Jem Finer donde descubrimos las esencias celtas de verdes praderas y mala leche que tanto nos han entusiasmado, me refiero a Haunting. En un trabajo donde no se cortan a la hora de la composición, entran al final 15 temas, donde desde luego hay para elegir cosas exquisitas. Al margen de las mencionadas, creo interesantes reseñar también a Big City, Pachinko, My Baby´s Gone y París St. Germaine.
  Por no faltar no faltan ni tonadas pop, Once Upon A Time, ritmo de ska , Sitting On Top Of The Wold . Por momentos parecen una banda de la extinta Yugoslavia, con sonido claramente enraizado en el folklore del centro de Europa, una pandilla de cíngaros que marchan en caravana de pueblo en pueblo mostrando su música, tal es la canción Drunken Boat, podrán pasar por el grupo de Emir Kusturika sin ningún problema. Sonidos orientalizados, que no eran nuevos en The Pogues, acaecen en Girl From The Wad Hammamat y en Moder World . Baladas tiernas con protagonismo de la acordeón a cargo de James Fearnley en Small Hours. Hasta una semiranchera, amagos de ella al menos, en Train Kept Rolling On.
 No seré yo quien discuta las muchas “virtudes vocales” de Shane MacGowan, pero es que en Waiting For Herb la mayoría de la voz la adquiere el bajo Darryl Hont, pero hay canciones que el batería Andrew Ranken hace también esas labores, tal como en My Babýs Gone o Spider Stacy en Smal Hours. Otro tanto pasa con los instrumentos sobre todo de cuerda, así el banjo pasa de Jim Finer a Terry Woods como guitarras eléctricas y mandolinas. A mi juicio, aunque esto parezca un cierto desconcierto, pues cada cual le da matices al asunto, sólo hace que enriquecer un disco ecléctico en su concepción pero abierto, diáfano, que tras varias escuchas adquiere los matices y costuras que no encuentro en alguno de los anteriores. Eso sí, por debajo de los dos clásicos, pero buen álbum.
 Tuve la suerte de adquirirlo muchos años después de su publicación y tal vez, en esa perspectiva, es donde encontré las aristas de lo que está compuesto. No hay la juerga de los anteriores, noches alcohólicas y de parranda, desenfreno. Más comedido, ¿profesional? Muy defendible, ya apunté al comienzo que The Pogues sacaron 7 discos, 7, y ninguno malo.


How Come

 Años de cambios: el último arreón.-
 Spider Stacy  se hizo cargo de las voces definitivamente en 1993. En 1994 resurgió MacGowan tocando con una nueva banda, los Papas, por primera vez en el Día de San Patricio en un club de Londres. Ese año, el grupo grabó su primer álbum, La Serpiente, lleno de nuevas canciones oscuras por su líder y una posterior gira por USA.
 En cuanto a The Pogues sufren algunas bajas en estos dos años antes de lanzar lo que a la postre fue su último disco, Pogue Mahone, eso sí, sin perder calidad a raudales ni el sentido del humor ni unas letras a veces hierientes y que tras títulos facilones, esconden verdaderas serpientes con afilados colmillos y veneno intravenoso.  James Fearley, Philip Chevron y Terry Woods pusieron punto final con la banda. Como a rey muerto, rey puesto entrron para la última carrera Jamie Clarke para ocuparse del banjo, Dave Coulter de la mandolina y James McNally para la acordeón principalmente. Con su participación se grabó y se gestaron los posteriores tours del grupo hasta su disolución definitiva en 2001.  

 Desde una plataforma folk,  con planteamientos punk,  el ahora septeto The Pogues, que encabezó una corriente de intensidad mezclada con la tradición gaélica, se convirtió o empezaba a ello en una casi vulgar banda de “pop”; dejaba o no quería rastrear o husmear como los perros callejeros y mal educados, salvajes, de mirar debajo de las mesas, recoger los huesos y migajas que los comensales tiraban despreocupadamente al suelo. Los que desarrollaron una corriente que hacía de su música de tradición gaélica una gran intensidad  y arrojo, rastreando sentimientos añejos embebidos en temperamentales dosis de romanticismo y evocación histórica, poco a poco lo perdían por el camino, tal vez, lo mejor era firmar un disco bueno y cerrar el kioskko y dejar para las posteriores generaciones un camino, un sendero por el que trillar en ese campo tan árido que es el rock y sus diversas fuentes del que beber el escaso líquido que aún genera.




The Sun & The Moon



 POGUE MAHONE .- Febrero de 1996 .- 
 Pues eso, ¡bésame el culo! Debieron de pensar críticos y público en general ante un disco interesante, más en la línea de Waiting For Herb que de los 3 primeros, joyas, sin duda.
 Pero al margen de que el grupo acabase su andadura discográfica con este Pogue Mahone, no se pueden descartar tonadas maravillosas que nos hacen recorrer de nuevo el camino. El comienzo es más que sugerente : How Come, con una voz de frontam total de Spider Stacy, forzando. No decae el disco en varias piezas más que interesantes : Living In A World Without Her, When The Ship Comes In, Amadie, Bright Lights,Tosspint, Where That Love´s Beb Gone.
 Hay aguas tranquilas por las que remar en paz: Anniversary, con la colaboración vocal de Debsey Wykes. Claro, la voz de macarra de taberna de Stacy no es la de MacGown, pero vaya, se deja escuchar con encanto, a fin de cuentas son The Pogues. Repiten jugada en Love You ´Till The End. En el remanso de sosiego descubrimos Four O´Clock In The Morning, o el medio tempo The Sun  & The Moon.
 Se me hace difícil descartar algunas de las 15 canciones del disco. Todas, cada una a su manera poseen pozas mágicas, un sentimiento, una elaboración especial. Tampoco es que el grupo se abrumase por grabar y menos estresarse entre gira y gira. Se tomaban su tiempo entre álbum y álbum, y pese a que en los últimos meses hubiese cambios en su formación, el estilo estaba más que definido, faltaban los interpretes para llevarlo a cabo. Y este Pogue Mahone me parece un bonito punto final a una banda única y tal vez irrepetible que dio los primeros coletazos en los pubs londinenses a comienzos de los 80 para acabar a mediados de los 90 con 7  discos publicados, 7 buenos y 2 obras maestras. Al alcance de privilegiados. Y por supuesto, para comensales con paladares exquisitos y exigentes.









DISCOGRAFIA SELECCIONADA




RED ROSES FOR ME .- 1984

RUM, SODOMY & THE LAST .- 1985

IL SHOULD FALL FROM GRACE .- 1988

PEACE AND LOVE .- 1989 

HELL´S DITCH .- 1990

WAITTING FOR HERB .- 1993

POGUE MAHONE .- 1996
                       
                              










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Comentarios

  1. A principios de los años 80 escuché por primera vez a the pougue y he decir que es fuera de toda duda o te gusta o te gusta...no hay opciones , si the pougue no te gusta es que estás en el otro barrio y aún no lo sabes.....

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